Había una vez una estatua que estaba en medio de la plaza, cubierta de oro, rubíes y zafiros. Él creía que todo el mundo era tan feliz como él, que vivía en precioso castillo.
Un invierno pasó el alcalde y vio la estatua. Dijo que era una birria, que la fundieran. La estatua y su nueva amiga se quedaron sin palabras. Llego el día de la fundición, se llevaron a la estatua y la golondrina, ya muerta, la metieron en la papelera. Cuando fundieron a la estatua vieron un corazón de plomo, también lo tiraron a la basura. Dios le dijo a uno de sus mejores ángeles que le trajera lo más bonito que había en la tierra, el ángel le trajo a la golondrina muerta y el corazón de plomo. Dios dijo que le había traído lo mejor. La golondrina, quedo en el cielo para volar libre y la estatua quedó en el jardín más bello del cielo.
Sandra, muy bien la ilustración que has elegido y la redacción, resumen de la lectura. Pero en esta ocasión has cometido algunas que otras faltas. Relee despacio el texto, descúbrelas tú misma y corrígelas ¿vale? Merece la pena porque la entrada está muy bien hecha.
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