jueves, 15 de marzo de 2012

EL PRINCIPE FELIZ



Había una vez una estatua que estaba en medio de la plaza, cubierta de oro, rubíes y zafiros. Él creía que todo el mundo era tan feliz como él, que vivía en precioso castillo.
Una vez vino una golondrina que se poso sobre su hombro, le callo una gota en sus plumas y creía que estaba lloviendo, miró hacia arriba y vio que el príncipe estaba llorando. Le pregunto porque lloraba y él le contesto que porque la gente era pobre, no tenían dinero. El príncipe señala una ventana, para que la golondrina la viera, y dijo esa pobre mujer tiene una niña muy enferma, no tiene dinero para su cura y eso que se pasa todo el día cosiendo y bordando. Llévale el rubí que tengo en la empuñadura de mi espada. La golondrina se lo llevo. Señalo otra ventana, y dijo que le llevara un zafiro de sus ojos, la golondrina dijo que no, no quería que su amigo se quedara ciego. El príncipe la convenció y se lo llevo. Le hizo estos favores hasta que se quedo sin oro, sin rubíes y sin zafiros.
Un invierno pasó el alcalde y vio la estatua. Dijo que era una birria, que la fundieran. La estatua y su nueva amiga se quedaron sin palabras. Llego el día de la fundición, se llevaron a la estatua y la golondrina, ya muerta, la metieron en la papelera. Cuando fundieron a la estatua vieron un corazón de plomo, también lo tiraron a la basura. Dios le dijo a uno de sus mejores ángeles que le trajera lo más bonito que había en la tierra, el ángel le trajo a la golondrina muerta y el corazón de plomo. Dios dijo que le había traído lo mejor.  La golondrina, quedo en el cielo para volar libre y la estatua quedó en el jardín más bello del cielo.

1 comentario:

  1. Sandra, muy bien la ilustración que has elegido y la redacción, resumen de la lectura. Pero en esta ocasión has cometido algunas que otras faltas. Relee despacio el texto, descúbrelas tú misma y corrígelas ¿vale? Merece la pena porque la entrada está muy bien hecha.

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