Isaac Newton nació el día de
Navidad del antiguo calendario en 1642. Fue un niño prematuro
y su padre murió antes de su nacimiento, a los treinta
y siete años. Isaac fue educado por su abuela, preocupada
por la delicada salud de su nieto. Su madre, mujer ahorrativa
y diligente, se casó de nuevo cuando su hijo no tenía
más que tres años. Newton frecuentó la escuela
del lugar y, siendo muy niño, manifestó un comportamiento
completamente normal, con un interés marcado por los juguetes
mecánicos.
Al comienzo de su estancia en Cambridge, se interesó
en primer lugar por la química, y este interés,
según se dice, se manifestó a lo largo de toda
su vida. Durante su primer año de estudios, y probablemente
por primera vez, leyó una obra de matemáticas sobre
la geometría de Euclides, lo que despertó en él
el deseo de leer otras obras. Después de una larga y atroz enfermedad, Newton murió durante la noche del 20 de marzo de 1727, y fue enterrado en la abadía de Westminster en medio de los grandes hombres de Inglaterra.
"No sé cómo puedo ser visto por el mundo, pero en mi opinión, me he comportado como un niño que juega al borde del mar, y que se divierte buscando de vez en cuando una piedra más pulida y una concha más bonita de lo normal, mientras que el gran océano de la verdad se exponía ante mí completamente desconocido."
Esta era la opinión que Newton tenía de sí mismo al fin de su vida. Fue muy respetado, y ningún hombre ha recibido tantos honores y respeto, salvo quizá Einstein. Heredó de sus predecesores, como él bien dice "si he visto más lejos que los otros hombres es porque me he aupado a hombros de gigantes"- los ladrillos necesarios, que supo disponer para erigir la arquitectura de la dinámica y la mecánica celeste, al tiempo que aportaba al cálculo diferencial el impulso vital que le faltaba.